









Campanas blancas con péndulos de anís,
Armonías de cristal donde mis labios se convierten en marionetas,
Y me llevan a un río manso de corriente cálida,
Donde sueño con ver tu mirada.


Pero me niego a volver a abrir los ojos,
Por el infinito mundo llamado beso,
Donde un mísero segundo tiene una vida de felicidad,
Y el único lenguaje es la rosa con tu piel.















Déjame encontrar el ritmo que hay en tu pecho
Pero se siente al tocar tus manos,
Y se expande con cada respiración,
Llevándome de nuevo a tu boca.





Así que por mucho que separe mis párpados,
Volveré al lugar en medio de tu sonrisa,
Pero no sin antes admirar tu rostro,
Y así tener una razón para volver.

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Samantha
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Giovanni